Seis fotos, seis sesiones de quimioterapia
Autora: Pilar Albajar
En 1998 me diagnosticaron, como a tantas mujeres, un cáncer de mama. Durante el año que duró el tratamiento me habría resultado imposible hacer fotografías fáciles o agradables de contemplar. Eso, en el caso de que hubiese tenido energía para retratar algo más allá de mí misma.
Me pregunto por qué sentí la necesidad de llevar a cabo este acto de exhibicionismo. ¿Por qué no pude evitar retratarme de manera sistemática en un momento en el que me sentía tan mal?
Sé que no soy la única fotógrafa que ha padecido esta enfermedad y también que algunas se han fotografiado mostrando sus cuerpos mutilados y sus cicatrices. Yo, en esta serie de seis fotos, no he querido tanto mostrar la decadencia física como el estado anímico en el que estuve inmersa durante las seis sesiones de quimioterapia de las que constaba el tratamiento. Un tratamiento que a veces cura, pero que resulta frío, repetitivo, doloroso, que hace que te sientas desvalida, asustada, asombrada de tu propio cuerpo, una y otra vez, hasta seis veces.
Y el acto de exhibicionismo no termina ahí. Luego vienen las exposiciones, las publicaciones y, junto con ellas, la obligación de vencer el pudor que supone mostrar, no ya el cuerpo, sino algo tan íntimo como el sufrimiento. Y todo ¿para qué?
No creo en la consoladora teoría de que todo lo malo que te ocurre encierra siempre algo positivo. Pero, en este caso, quiero transmitir a las mujeres que sufren o que sufrirán esta enfermedad que, gracias a los avances de la medicina, a las personas que de una u otra forma me acompañaron y a mi propia voluntad, la esperanza es posible. La enfermedad puede dejarse atrás, el dolor sólo queda en las imágenes y puedes vivir para contarlo. Con fotos o sin ellas